(Basado en el libro de Javier Echeverría - Los Señores
del aire: Telépolis y el Tercer Entorno)
Más allá de las diferentes
teorías o creencias acerca del origen de la vida y su desarrollo en el planeta,
el ser humano se desenvuelve e interactúa en diferentes niveles; según el medio
en el que se desarrolle su quehacer cotidiano, las interacciones con otros o
con sí mismo pueden ser enmarcadas dentro de diferentes características que
conforman, según Echeverría, entornos que provienen desde la misma esencia del
ser hasta lo producido por éste. De esta manera podemos hablar de tres entornos
y a veces hasta cuatro, dependiendo del enfoque propio o del externo.
El primer entorno se enmarca
en la naturaleza, en el yo como una conjunción de pensamientos, emociones,
razonamientos junto con un cuerpo físico que también media, pero también de
todo lo que proviene de la naturaleza, es decir, lo que existe sin injerencia
humana.
Para ilustrar esta reflexión
sigamos a Noubari, un ciudadano común de una metrópoli cualquiera. Se levanta
temprano en la mañana y se dirige a la ducha. Ese momento de intimidad, de
hablar consigo mismo, de filosofar, de tratar de responder a las cuestiones
infinitas (relacionándose quizá con el entorno 0 que según el autor se
circunscribe a las deidades, a lo etéreo), de sentir su desnudez, el agua cayendo sobre él, las
formas y texturas de su cuerpo al enjabonarse, acto aparentemente mecánico, es
el intervalo en el que nuestro personaje toma contacto con su primer entorno.
Es además la muestra de la adaptación de éste al discurso social en el que si
alguien no se baña es un desaliñado.
Javier Echeverría explica los
alcances de un segundo entorno y lo delimita a lo urbano en conjunción con el
primero. Si el cuerpo de Noubari y todo lo que en él hay es el primer entorno,
entonces el segundo comienza por las cosas que pueden cubrir ese límite
primario: la ropa, las gafas, los tatuajes, entre otros, así como la forma de
interactuar con otros, es decir, las relaciones en las que expresa y proyecta
esa introspección antes descrita.
Luego de ese momento casi
etéreo en la ducha, Noubari cubre su cuerpo con ropa y accesorios; como lo hace
todos los días, toma el transporte público urbano para desplazarse a su
destino. Allí, se entrecruza con cientos de personas que se relacionan entre sí
por medio del lenguaje, de gestos e incluso del roce unos con otros. Todos
ellos confluyen en el mismo sitio: un vehículo hecho por el hombre que
interviene su ambiente, sirve para transportarse y hace parte de una cultura a
la que podemos llamar nación. Este tipo de reciprocidad, que a veces es
involuntaria, emerge como el segundo entorno.
Por último tenemos el tercer
entorno, un poco más volátil y fluido pues se ciñe a una interrelación que
aunque es real, también se sabe lejana. Debemos entonces incluir a la tecnología
pues su existencia y desarrollo se da por y a través de ésta. En este “universo
paralelo” se pueden establecer relaciones sin importar que los actores se
encuentren en puntos distantes, es decir que aquí no es necesaria la proximidad
para crear el entorno.
Noubari, en medio del caos
que supone el transporte público de una metrópoli en la mañana, tiene la
oportunidad de abstraerse y de olvidar por unos minutos su agobiante viaje
hasta su destino. Sólo necesita un aparato que hoy conocemos como Smartphone. A
través de éste, “Nou” puede comunicarse con sus amigos por medio de textos,
mensajes de voz o publicaciones en sus redes sociales, que de paso permiten
crear alter egos desconocidos por los demás. Pero no solamente interactúa con
personas, también lee las versiones online de los periódicos, escucha música
vía Spotify, vee videos en YouTube y finalmente llama a su novia para dejarle
saber que todo está bien. Finalmente Noubari ha alcanzado el tercer entorno.
El autor, Javier Echeverría,
hace mención de cuatro tesis presentadas por Ortega y Gasset en su obra
“Meditación de la Técnica” las cuales ilustraremos aquí.
La primera tesis, en pocas
palabras, se refiere a que el hombre transforma su entorno según sus
necesidades e interacciona con él, sin embargo su fin no es satisfacer sus
insuficiencias sino más bien minimizar su esfuerzo para compensarlas.
Acudiremos de nuevo a
Noubari. Como todo ser humano él tiene la necesidad de comunicarse y para ello
utiliza ciertos medios que le da la tecnología hoy en día. ¿Su Smartphone? La
puerta a ese universo; es una creación del hombre que se actualiza diariamente
y gracias a ello, la interacción, no solamente con sus congéneres sino con los
millones de portales de información de diferente índole se hace mucho más fácil.
La segunda tesis habla del
bienestar. El hombre, más allá de querer estar en este mundo, quiere estar BIEN
en este mundo lo que significa que busca su bienestar por encima de todo.
Al salir de vuelta a casa,
Noubari encuentra una sobre oferta de opciones para satisfacer las necesidades
que fueron creadas en su imaginario. “Sólo te sentirás bien si tienes el
celular con las más alta tecnología” o “si usted viviera aquí ya estaría en
casa”. El hombre ha transformado su entorno de manera que se enfoca en sentirse
bien, no con las características del primer entorno que se limita a lo natural,
sino con una buena dosis de hedonismo. Por esta razón, Noubari busca los
letreros que anuncien lujos, comida, belleza y por supuesto tecnología. “Esto
me hará la vida más fácil” piensa.
Ahora, si bien la segunda
tesis habla de cómo el ser humano quiere sentirse bien en su realidad, la
tercera nos dice que el interés del hombre se centra en lo superfluo o
artificial.
Es por esto que Noubari
ahorra todo el dinero que puede hasta a veces no alimentarse bien pues su
objetivo es poseer los últimos gadgets, ropa y accesorios de marca. De la misma
manera lo hará cuando sus aparatos de última tecnología se vuelvan obsoletos y
tenga que reemplazarlos. Así seguirá el patrón de la producción y consumo de lo
superfluo.
Finalmente, la última tesis
nos habla de la creación de necesidades a partir de lo superfluo. Ya no basta
con satisfacer una necesidad, minimizar la reaparición de ésta y el hedonismo,
ahora es necesario que a partir de conjeturas triviales se erijan necesidades
que el ser humano tenga que compensar con una urgencia de obligatoriedad.
Noubari, después de un largo
día por fin llega a casa, muy contento por haber adquirido los elementos que le
darán muchas satisfacciones frente a sus pares. Sin embargo, al encender el
televisor se da cuenta de que todo aquello que adquirió va a quedar obsoleto en
un par de meses, pero además la empresa que fabricó su celular anunció que
pondrá en el mercado unos lentes para tomar mejores fotografías y, por
supuesto, si los usuarios de dicho aparato no los tienen, simplemente están
OUT.
La historia comienza otra
vez. Noubari va a la cama pensando en que ahora tener los lentes y actualizar
sus aparatos electrónicos es una necesidad. Se levantará, se duchará, tomará el
transporte público, usará su dispositivo (que considerará arcaico) y trabajará
para “actualizarse”.
Felipe La Serna
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