La poesía trágica del
escritor griego Eurípides se queda corta para describir semejante sufrimiento.
En una de esas jugadas irónicas del destino, Eurípides está postrado en una cama,
sin poderse mover y soportando un dolor indecible. No el griego, por supuesto,
pero sí el pachuno, el colombiano.
Eurípides Gómez nació en el
municipio de Pacho, Cundinamarca, hace 67 años y como es común entre los niños
sufrió de varicela. Nunca imaginó que esa “inofensiva” enfermedad le
ocasionaría un dolor que es comparado al de un parto o al producido por el
cáncer.
“A mi papá le dio culebrilla” dice con voz entre cortada Patricia
Gómez, su hija. “Es como si tuviera una
quemadura en las costillas… Como si se las hubiera fracturado”. Después de
toda una vida dedicada a sembrar y comercializar productos, hoy “el pastor
Gómez” debe estar casi inmóvil todo el día.
Su jornada empezaba cerca de
las 3 am y terminaba alrededor de las 7 pm. La constante siempre fue el trabajo
duro y la perseverancia. Pero desde hace un par de meses todo cambió. Eurípides
mostró síntomas inequívocos de Herpes Zóster, enfermedad que comúnmente es
conocida como “culebrilla”.
Esta dolencia produce llagas
en la cintura o en la cara y además viene acompañada de fatiga, anorexia,
depresión, pérdida de peso y aislamiento social. Es producida por el mismo
virus de la varicela que se queda en el cuerpo y se reactiva, especialmente, en
personas mayores de 50 años.
Eurípides, un hombre delgado,
con algo de cabello blanco, calvicie predominante, voz afable, un cierto parecido a
Clint Eastwood y un sentido del humor característico, se aferra a su fe en
Dios. Hace 30 años se graduó del seminario bíblico y se convirtió en pastor.
“Hay que seguir pidiéndole a Dios para que me haga entender por qué
pasan estas cosas” declara el hoy maltrecho ministro con voz casi
inaudible, pues el dolor no le permite hablar con normalidad.
A raíz del aumento inusual
en el número de casos de esta enfermedad, la Cruz Roja Colombiana lanzó una
campaña llamada “¡Soy adulto responsable, por eso me vacuno contra la
culebrilla!”, que cobra gran importancia si se tiene en cuenta que el 95% de
las personas que hayan adquirido varicela pueden desarrollar este tipo de
dolencia.
El hombre activo y vigoroso
que trabaja incansablemente, que le “predica
la palabra de Dios a cualquiera”, que ama entrañablemente a su pueblo al
que llama “la tierra prometida”, se encuentra inactivo, en una ciudad caótica y
soportando el hecho de que sus hijos tengan que hacer casi todo por él.
Esta situación hace parte de
las consecuencias que produce el mal que lo aqueja y que amenaza a cerca de
250.000 personas en la ciudad de Bogotá, pues se encuentran en el rango de los
50 años de edad o más, lo que los hace vulnerables.
Sin embargo, uno de los
insumos que podría usar Eurípides, el escritor griego especialista en poesía
trágica, es el drama familiar. Patricia, Samuel, Lady y Arley, los herederos
Gómez, han vivido dos meses de zozobra y angustia. “Un día estaba hablando con mi esposo y le dije que no podía más… Mi
empresa, la casa, mi padre… Y simplemente me desmayé. No pude más, me quebré”
narra Patricia.
El doctor Pedro Redondo
Bellón, dermatólogo y especialista en el tratamiento de este mal asegura que “la enfermedad debe ser tratada con
paciencia, tanto del enfermo como de los familiares. El dolor puede estar
presente por meses e incluso años. Si se trata oportunamente no hay mayor riesgo,
pero puede estar ahí por un largo periodo de tiempo”.
“Yo ahora a todo el que veo le digo: - vacúnese contra la culebrilla -,
porque después de ver lo que le está haciendo a mi papá… mejor dicho…” dice
con una risa que denota nerviosismo, Lady Gómez, otra hija del “pastor Gómez” quien
frota sus manos y peina su pelo largo y castaño mientras suspira y casi
solloza.
Aunque la racionalidad que
impulsó el poeta griego en la antigüedad apunta a encontrar la respuesta cierta
y comprobable a cada situación, a veces también usa el recurso de la mitología
y de la resolución antinatural a un conflicto, como dragones y bestias enviadas
por los dioses para salvar a un personaje.
Eurípides Gómez, el aún
pujante agricultor y “pescador de hombres” deja de lado la primera opción y
favorita de su tocayo griego, pues para él la racionalidad debe pasar por el
filtro de la biblia. Más cercana a su forma de ver el mundo es la segunda, tal
vez la más odiada por su homónimo heleno, debido a su firme convicción de que
Dios “tiene todo bajo control”.
La Guerra del Peloponeso, un
conflicto en la antigua Grecia que data del año 400 a.C. entre Atenas y
Esparta, probó que la escuela conservadora griega que procuraba dar espacio a
las deidades y respetarlas falló.
La guerra de Eurípides Gómez
contra el Herpes Zóster aún se está librando en un campo de batalla más amplio
de lo que a simple vista se ve. Su cuerpo es el lugar en donde el ejército de
medicamentos libra una guerra sin cuartel en contra de un virus y sus
batallones escondidos en las vesículas. Este combate trae sus frutos: algunos
días de mejoría. Pero la guerra sigue y vienen los días malos.
Las mentes de sus hijos y
familiares son un campo de tiro bombardeado por ideas, pensamientos, voces y
conjeturas que libran su propio conflicto el cual, sin embargo, hace parte de
la misma guerra.
Sólo el tiempo dirá entonces
si las consecuencias de la Guerra del Peloponeso como el destrozo de tabúes
religiosos y culturales se repiten al final de esta guerra o, probablemente,
sean los dioses y la fe los vencedores.
Felipe La Serna
No hay comentarios:
Publicar un comentario