sábado, 19 de septiembre de 2015

DE LOS ENTORNOS



(Basado en el libro de Javier Echeverría - Los Señores del aire: Telépolis y el Tercer Entorno)


Más allá de las diferentes teorías o creencias acerca del origen de la vida y su desarrollo en el planeta, el ser humano se desenvuelve e interactúa en diferentes niveles; según el medio en el que se desarrolle su quehacer cotidiano, las interacciones con otros o con sí mismo pueden ser enmarcadas dentro de diferentes características que conforman, según Echeverría, entornos que provienen desde la misma esencia del ser hasta lo producido por éste. De esta manera podemos hablar de tres entornos y a veces hasta cuatro, dependiendo del enfoque propio o del externo.

El primer entorno se enmarca en la naturaleza, en el yo como una conjunción de pensamientos, emociones, razonamientos junto con un cuerpo físico que también media, pero también de todo lo que proviene de la naturaleza, es decir, lo que existe sin injerencia humana.

Para ilustrar esta reflexión sigamos a Noubari, un ciudadano común de una metrópoli cualquiera. Se levanta temprano en la mañana y se dirige a la ducha. Ese momento de intimidad, de hablar consigo mismo, de filosofar, de tratar de responder a las cuestiones infinitas (relacionándose quizá con el entorno 0 que según el autor se circunscribe a las deidades, a lo etéreo), de sentir su desnudez, el agua cayendo sobre él, las formas y texturas de su cuerpo al enjabonarse, acto aparentemente mecánico, es el intervalo en el que nuestro personaje toma contacto con su primer entorno. Es además la muestra de la adaptación de éste al discurso social en el que si alguien no se baña es un desaliñado.

Javier Echeverría explica los alcances de un segundo entorno y lo delimita a lo urbano en conjunción con el primero. Si el cuerpo de Noubari y todo lo que en él hay es el primer entorno, entonces el segundo comienza por las cosas que pueden cubrir ese límite primario: la ropa, las gafas, los tatuajes, entre otros, así como la forma de interactuar con otros, es decir, las relaciones en las que expresa y proyecta esa introspección antes descrita.

Luego de ese momento casi etéreo en la ducha, Noubari cubre su cuerpo con ropa y accesorios; como lo hace todos los días, toma el transporte público urbano para desplazarse a su destino. Allí, se entrecruza con cientos de personas que se relacionan entre sí por medio del lenguaje, de gestos e incluso del roce unos con otros. Todos ellos confluyen en el mismo sitio: un vehículo hecho por el hombre que interviene su ambiente, sirve para transportarse y hace parte de una cultura a la que podemos llamar nación. Este tipo de reciprocidad, que a veces es involuntaria, emerge como el segundo entorno.

Por último tenemos el tercer entorno, un poco más volátil y fluido pues se ciñe a una interrelación que aunque es real, también se sabe lejana. Debemos entonces incluir a la tecnología pues su existencia y desarrollo se da por y a través de ésta. En este “universo paralelo” se pueden establecer relaciones sin importar que los actores se encuentren en puntos distantes, es decir que aquí no es necesaria la proximidad para crear el entorno.

Noubari, en medio del caos que supone el transporte público de una metrópoli en la mañana, tiene la oportunidad de abstraerse y de olvidar por unos minutos su agobiante viaje hasta su destino. Sólo necesita un aparato que hoy conocemos como Smartphone. A través de éste, “Nou” puede comunicarse con sus amigos por medio de textos, mensajes de voz o publicaciones en sus redes sociales, que de paso permiten crear alter egos desconocidos por los demás. Pero no solamente interactúa con personas, también lee las versiones online de los periódicos, escucha música vía Spotify, vee videos en YouTube y finalmente llama a su novia para dejarle saber que todo está bien. Finalmente Noubari ha alcanzado el tercer entorno.

El autor, Javier Echeverría, hace mención de cuatro tesis presentadas por Ortega y Gasset en su obra “Meditación de la Técnica” las cuales ilustraremos aquí.

La primera tesis, en pocas palabras, se refiere a que el hombre transforma su entorno según sus necesidades e interacciona con él, sin embargo su fin no es satisfacer sus insuficiencias sino más bien minimizar su esfuerzo para compensarlas.

Acudiremos de nuevo a Noubari. Como todo ser humano él tiene la necesidad de comunicarse y para ello utiliza ciertos medios que le da la tecnología hoy en día. ¿Su Smartphone? La puerta a ese universo; es una creación del hombre que se actualiza diariamente y gracias a ello, la interacción, no solamente con sus congéneres sino con los millones de portales de información de diferente índole se hace mucho más fácil.

La segunda tesis habla del bienestar. El hombre, más allá de querer estar en este mundo, quiere estar BIEN en este mundo lo que significa que busca su bienestar por encima de todo.

Al salir de vuelta a casa, Noubari encuentra una sobre oferta de opciones para satisfacer las necesidades que fueron creadas en su imaginario. “Sólo te sentirás bien si tienes el celular con las más alta tecnología” o “si usted viviera aquí ya estaría en casa”. El hombre ha transformado su entorno de manera que se enfoca en sentirse bien, no con las características del primer entorno que se limita a lo natural, sino con una buena dosis de hedonismo. Por esta razón, Noubari busca los letreros que anuncien lujos, comida, belleza y por supuesto tecnología. “Esto me hará la vida más fácil” piensa.

Ahora, si bien la segunda tesis habla de cómo el ser humano quiere sentirse bien en su realidad, la tercera nos dice que el interés del hombre se centra en lo superfluo o artificial.

Es por esto que Noubari ahorra todo el dinero que puede hasta a veces no alimentarse bien pues su objetivo es poseer los últimos gadgets, ropa y accesorios de marca. De la misma manera lo hará cuando sus aparatos de última tecnología se vuelvan obsoletos y tenga que reemplazarlos. Así seguirá el patrón de la producción y consumo de lo superfluo.

Finalmente, la última tesis nos habla de la creación de necesidades a partir de lo superfluo. Ya no basta con satisfacer una necesidad, minimizar la reaparición de ésta y el hedonismo, ahora es necesario que a partir de conjeturas triviales se erijan necesidades que el ser humano tenga que compensar con una urgencia de obligatoriedad.

Noubari, después de un largo día por fin llega a casa, muy contento por haber adquirido los elementos que le darán muchas satisfacciones frente a sus pares. Sin embargo, al encender el televisor se da cuenta de que todo aquello que adquirió va a quedar obsoleto en un par de meses, pero además la empresa que fabricó su celular anunció que pondrá en el mercado unos lentes para tomar mejores fotografías y, por supuesto, si los usuarios de dicho aparato no los tienen, simplemente están OUT.


La historia comienza otra vez. Noubari va a la cama pensando en que ahora tener los lentes y actualizar sus aparatos electrónicos es una necesidad. Se levantará, se duchará, tomará el transporte público, usará su dispositivo (que considerará arcaico) y trabajará para “actualizarse”.


Felipe La Serna

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