sábado, 19 de septiembre de 2015

NI SEXO, NI DROGAS... ¡SÓLO ROCK N' ROLL!

Como hacer rock en Colombia y no morir en el intento

“Quieran mucho a sus papás; si no tienen a sus papás, quieran mucho a sus hermanos; si no tienen a sus hermanos, a sus amigos y así sucesivamente, porque esas son las personas que están con uno hasta el final”. Estas podrían ser las palabras de una mamá o un papá en medio de alguna discusión con sus hijos; o quizás el mensaje de un cura al final de su sermón; incluso podría ser el colofón de alguna clase impartida a individuos pertenecientes a “esta generación de hoy”. Pero no. No proceden ni de un sacerdote, ni de un profesor, ni de un padre de familia. Estas palabras provienen de un rockero… ¡y todos sabemos que los rockeros no dicen estas cosas!, ¿o sí?  ¡Pues esta vez sí! y plantean el espíritu de un diálogo íntimo, afable, que desnuda la personalidad de un hombre que inspira respeto pero también cercanía. 

Él es James, no como James el futbolista, más bien en inglés (yeims), bajista de una de las agrupaciones de rock más importantes de estos tiempos en Colombia: Don Tetto.

El día que esta conversación sucedió era muy soleado. Cuando el reloj marcaba las 2:30 p.m. crucé el umbral de las salas de ensayo llamadas “El Toke”, propiedad de los miembros de Don Tetto, negocio que se deriva de su exitosa carrera musical hasta ahora. La cita, sin embargo, era a las 3:00 p.m. Aprovecho para leer mis notas, los datos que conseguí y la historia oficial que ronda algunas páginas de la internet. De repente y para mi sorpresa, James aparece en la sala de estar. Sus casi dos metros de altura son intimidantes, pero al saludarme y decirme que está dispuesto a regalarme el tiempo que yo desee, la altura pasa a un segundo plano.

Entramos a la sala B, una de las más pequeñas del lugar. Nos rodean amplificadores, micrófonos, una batería y demás implementos necesarios para tener un buen ensayo. James se sienta en un sofá que parece muy cómodo. Lleva una camiseta blanca que deja ver los tatuajes en sus brazos; también viste unos jeans negros y tenis deportivos. Es la típica imagen del músico de rock, no obstante, al transcurrir el tiempo y la sucesión de preguntas y respuestas me sorprenden tanto su actitud como su humildad, características que distan del estereotipo impuesto a quienes tocan rock.




Mi primera impresión al estar sentado frente a él, al preparar mis notas y los dispositivos electrónicos, es la de un hombre serio y hasta frío. No me intimido. Comienzo a preguntarle cosas y a medida que me responde, a veces con respuestas fabricadas para los medios y otras veces muy sinceras, se devela una personalidad simpática, cálida y una forma de pensar muy responsable, inteligente, centrada y humilde. Y es que humildad puede ser la palabra más adecuada para describir a James.

La primera parte de mi cuestionario intenta obtener de él respuestas, al menos distintas, acerca de la trayectoria de la agrupación, pero también tiene la pretensión de despojarle capa por capa de esas actitudes prefabricadas que, seguramente, se van construyendo a medida que pasan los años y la responsabilidad de responder las mismas preguntas se hace tediosa. Mi cometido se logra parcialmente pues aunque siempre se refiere a “nosotros”, “nuestro” o “todos” en cada respuesta, en ocasiones logro algo de información personal.

Me hace saber que su pasión por la música nace cuando se acercaba a los 14 años y que al lado del deporte, han sido su vida durante estos 31 calendarios sobre el planeta. Al recordar los primeros conciertos en los que acompañó a Don Tetto, se dibuja una sonrisa en su rostro y sus ojos brillan: “mucha gente no lo creerá pero mi segundo concierto fue en un asado”. Seguramente en medio de instrumentos, carne asada, chunchullo y bofe, no imaginaba que ya en su tercer concierto tendría que enfrentar a 30.000 personas y que la noticia, que aún hoy recuerda con cariño, confirmándolos como parte del cartel oficial del festival Rock Al Parque de 2007 lo haría temblar. Pero este privilegio no se quedó en una gran oportunidad de mostrarse ante un público numeroso sino que se convirtió en el combustible para seguir luchando por sus sueños.

En el mundo frívolo y vacío en el que vivimos, la idea de perseguir o luchar por nuestros sueños se ha vuelto cliché y le sirve a la mayoría de artistas como ardid para escapar de la muy trillada pregunta final: “¿cuál es el mensaje para los jóvenes que vienen detrás de ustedes?” Muy firmes dicen: “luchen por sus sueños”. Pero tener al frente a una persona que ha vivido en carne propia lo que esta idea implica, trastoca de alguna manera el sentido de la misma afirmación. ¿De dónde viene entonces la firmeza con la que declara esto? Gesticulando con sus manos cada palabra que dice, James reconoce el papel de sus padres en todo este proceso. “Nuestros padres nos inculcaron muchos valores, mucha humildad (…) me enseñaron que hay que agradecer por todo lo que se tiene”. Su familia ha sido pieza fundamental en el proceso de construir al ser humano que es hoy y lo ha impulsado a, precisamente, luchar por sus sueños.





James engrosa con mucho orgullo la interminable lista de músicos empíricos que han logrado hacerse de un nombre dentro de la industria musical.

Tal vez por eso junto con Diego, Jaime y Carlos, sus “parceros”, crearon las salas de ensayo en las que se desarrolló esta tertulia. Les mueve el corazón poder ayudar a músicos que no tienen herramientas aptas para desarrollar su arte. Recuerda que cuando la banda comenzó no tenían elementos suficientes, por esta razón, “El Toke” es a los músicos lo que el hijo con un potencial inmenso es al frustrado padre que no logró lo que su hijo puede llegar a alcanzar.

Siendo el rock un género musical que proviene de otros países, es sorprendente como nuestro personaje siente un gran orgullo de representar a Colombia, su país, a través de lo que hace: buen rock. Pero no solamente eso, también recalca la honestidad de cada uno de los integrantes con respecto a sus roles en la banda y a sus vidas privadas. La honestidad e integridad vienen a ser pilares y estandartes de Don Tetto, conclusión a la que llegué después de, no solo hablar con James por más o menos una hora, pero también de verlo y experimentarlo por mí mismo. Y entonces… ¿qué pasa aquí? ¿No son rockeros? ¿El rock no se trata de sexo, drogas y rock n’ roll?

Lo que encontré a través de James es casi todo lo contrario. Responsabilidad, trabajo duro, humildad, honestidad, transparencia, disciplina, entre muchas otras, son cualidades que salen a relucir cuando cuestiono la manera en que la radio y los sellos disqueros manejan la industria musical. Así que llegué al tema que me intrigaba más que muchos otros, la “payola”. Se trata de entregar dinero a programadores, directores de emisora y/o manejadores para que ciertas canciones y ciertos artistas sean más promocionados que otros. El rostro de nuestro bajista cambia radicalmente, así como radical es en sus ideas. Declara vehementemente que ni su banda ni ninguna persona relacionada con ella ha tenido que ver con esa clase de conducta; “eso corresponde a la integridad y honestidad de los programadores”.

Llega el momento que estuve esperando. Después de casi una hora de respuestas sólidas y bien estructuradas, vino el punto en el que esa fluidez se vio cortada por un momento. Le pregunto: “¿el músico nace o se hace?” Por un momento agacha su cabeza, frota sus manos, muerde sus labios y murmura: “el músico nace o se hace…”. Finalmente llega a la conclusión de que el músico nace y se hace. Creo que toma su vida misma como ejemplo y se proyecta en su respuesta. Me explica que así una persona tenga el talento pero no lo desarrolla o cultiva, entonces no habrá resultados en ese aspecto.




Nuestro diálogo se acerca inevitablemente al final. Después de haber hablado de lo divino y lo humano, sólo me queda averiguar sobre los mayores desafíos que ha tenido que vivir en este camino que lleva consigo alegrías y tristezas. Sin dudarlo y con mucha firmeza, pero con un dejo de resignación también, dice que “el mayor desafío es hacer rock en Colombia”. Es incluso mayor que haberse resignado a tocar el bajo en Don Tetto porque era el “puesto que quedaba” pero que por amor a la música toma y desarrolla hasta lograr que los periodistas digamos: “el resto es historia”.

Así como amar y perdonar, para James y Don Tetto hacer rock es una decisión diaria.

Nuestra conversación termina. Mi cerebro está en shock. James está agradecido y me desea lo mejor en lo que sea que vaya a hacer con esta información. Yo trato de digerir lo que acaba de suceder. Un rockero que tiene pinta de rockero, que hace música de rockero, que se mueve y expresa como rockero, es un profesional íntegro y responsable. Quizá soy víctima de los prejuicios, lo cual es irónico pues yo mismo me considero un “rocker” y aun así también suelo propender por ser un buen ciudadano. Sin embargo la envergadura de la historia que Don Tetto está construyendo lo hace a uno pensar en si todos los reconocimientos y logros hacen mella en los egos de sus integrantes. ¡Señores! ¡Pues no!


Salgo de aquel lugar sintiendo un profundo respeto por nuestro personaje y por su banda. Decido que mucho de lo que él dijo será útil en mi propio camino y lo guardo en mi disco duro gris. Me alejo de la casa, pero sé que cuando regrese no veré las salas como simples lugares de ensayo sino como templos del arte, en los que se esculpen la personalidad de los artistas.


Felipe La Serna

DE LOS ENTORNOS



(Basado en el libro de Javier Echeverría - Los Señores del aire: Telépolis y el Tercer Entorno)


Más allá de las diferentes teorías o creencias acerca del origen de la vida y su desarrollo en el planeta, el ser humano se desenvuelve e interactúa en diferentes niveles; según el medio en el que se desarrolle su quehacer cotidiano, las interacciones con otros o con sí mismo pueden ser enmarcadas dentro de diferentes características que conforman, según Echeverría, entornos que provienen desde la misma esencia del ser hasta lo producido por éste. De esta manera podemos hablar de tres entornos y a veces hasta cuatro, dependiendo del enfoque propio o del externo.

El primer entorno se enmarca en la naturaleza, en el yo como una conjunción de pensamientos, emociones, razonamientos junto con un cuerpo físico que también media, pero también de todo lo que proviene de la naturaleza, es decir, lo que existe sin injerencia humana.

Para ilustrar esta reflexión sigamos a Noubari, un ciudadano común de una metrópoli cualquiera. Se levanta temprano en la mañana y se dirige a la ducha. Ese momento de intimidad, de hablar consigo mismo, de filosofar, de tratar de responder a las cuestiones infinitas (relacionándose quizá con el entorno 0 que según el autor se circunscribe a las deidades, a lo etéreo), de sentir su desnudez, el agua cayendo sobre él, las formas y texturas de su cuerpo al enjabonarse, acto aparentemente mecánico, es el intervalo en el que nuestro personaje toma contacto con su primer entorno. Es además la muestra de la adaptación de éste al discurso social en el que si alguien no se baña es un desaliñado.

Javier Echeverría explica los alcances de un segundo entorno y lo delimita a lo urbano en conjunción con el primero. Si el cuerpo de Noubari y todo lo que en él hay es el primer entorno, entonces el segundo comienza por las cosas que pueden cubrir ese límite primario: la ropa, las gafas, los tatuajes, entre otros, así como la forma de interactuar con otros, es decir, las relaciones en las que expresa y proyecta esa introspección antes descrita.

Luego de ese momento casi etéreo en la ducha, Noubari cubre su cuerpo con ropa y accesorios; como lo hace todos los días, toma el transporte público urbano para desplazarse a su destino. Allí, se entrecruza con cientos de personas que se relacionan entre sí por medio del lenguaje, de gestos e incluso del roce unos con otros. Todos ellos confluyen en el mismo sitio: un vehículo hecho por el hombre que interviene su ambiente, sirve para transportarse y hace parte de una cultura a la que podemos llamar nación. Este tipo de reciprocidad, que a veces es involuntaria, emerge como el segundo entorno.

Por último tenemos el tercer entorno, un poco más volátil y fluido pues se ciñe a una interrelación que aunque es real, también se sabe lejana. Debemos entonces incluir a la tecnología pues su existencia y desarrollo se da por y a través de ésta. En este “universo paralelo” se pueden establecer relaciones sin importar que los actores se encuentren en puntos distantes, es decir que aquí no es necesaria la proximidad para crear el entorno.

Noubari, en medio del caos que supone el transporte público de una metrópoli en la mañana, tiene la oportunidad de abstraerse y de olvidar por unos minutos su agobiante viaje hasta su destino. Sólo necesita un aparato que hoy conocemos como Smartphone. A través de éste, “Nou” puede comunicarse con sus amigos por medio de textos, mensajes de voz o publicaciones en sus redes sociales, que de paso permiten crear alter egos desconocidos por los demás. Pero no solamente interactúa con personas, también lee las versiones online de los periódicos, escucha música vía Spotify, vee videos en YouTube y finalmente llama a su novia para dejarle saber que todo está bien. Finalmente Noubari ha alcanzado el tercer entorno.

El autor, Javier Echeverría, hace mención de cuatro tesis presentadas por Ortega y Gasset en su obra “Meditación de la Técnica” las cuales ilustraremos aquí.

La primera tesis, en pocas palabras, se refiere a que el hombre transforma su entorno según sus necesidades e interacciona con él, sin embargo su fin no es satisfacer sus insuficiencias sino más bien minimizar su esfuerzo para compensarlas.

Acudiremos de nuevo a Noubari. Como todo ser humano él tiene la necesidad de comunicarse y para ello utiliza ciertos medios que le da la tecnología hoy en día. ¿Su Smartphone? La puerta a ese universo; es una creación del hombre que se actualiza diariamente y gracias a ello, la interacción, no solamente con sus congéneres sino con los millones de portales de información de diferente índole se hace mucho más fácil.

La segunda tesis habla del bienestar. El hombre, más allá de querer estar en este mundo, quiere estar BIEN en este mundo lo que significa que busca su bienestar por encima de todo.

Al salir de vuelta a casa, Noubari encuentra una sobre oferta de opciones para satisfacer las necesidades que fueron creadas en su imaginario. “Sólo te sentirás bien si tienes el celular con las más alta tecnología” o “si usted viviera aquí ya estaría en casa”. El hombre ha transformado su entorno de manera que se enfoca en sentirse bien, no con las características del primer entorno que se limita a lo natural, sino con una buena dosis de hedonismo. Por esta razón, Noubari busca los letreros que anuncien lujos, comida, belleza y por supuesto tecnología. “Esto me hará la vida más fácil” piensa.

Ahora, si bien la segunda tesis habla de cómo el ser humano quiere sentirse bien en su realidad, la tercera nos dice que el interés del hombre se centra en lo superfluo o artificial.

Es por esto que Noubari ahorra todo el dinero que puede hasta a veces no alimentarse bien pues su objetivo es poseer los últimos gadgets, ropa y accesorios de marca. De la misma manera lo hará cuando sus aparatos de última tecnología se vuelvan obsoletos y tenga que reemplazarlos. Así seguirá el patrón de la producción y consumo de lo superfluo.

Finalmente, la última tesis nos habla de la creación de necesidades a partir de lo superfluo. Ya no basta con satisfacer una necesidad, minimizar la reaparición de ésta y el hedonismo, ahora es necesario que a partir de conjeturas triviales se erijan necesidades que el ser humano tenga que compensar con una urgencia de obligatoriedad.

Noubari, después de un largo día por fin llega a casa, muy contento por haber adquirido los elementos que le darán muchas satisfacciones frente a sus pares. Sin embargo, al encender el televisor se da cuenta de que todo aquello que adquirió va a quedar obsoleto en un par de meses, pero además la empresa que fabricó su celular anunció que pondrá en el mercado unos lentes para tomar mejores fotografías y, por supuesto, si los usuarios de dicho aparato no los tienen, simplemente están OUT.


La historia comienza otra vez. Noubari va a la cama pensando en que ahora tener los lentes y actualizar sus aparatos electrónicos es una necesidad. Se levantará, se duchará, tomará el transporte público, usará su dispositivo (que considerará arcaico) y trabajará para “actualizarse”.


Felipe La Serna

martes, 14 de abril de 2015

YO MANIPULO, TU PERSUADES



ENSAYO

YO MANIPULO, TU PERSUADES


INTRODUCCIÓN

Persuasión puede ser el perfecto nombre para un perfume, una película e incluso una excusa para vender cursos de inglés ilusorios para que al final no digamos “persueichon” sino “parsueishon”. En efecto, no solamente el término mismo es atrayente sino que su significado denota cierta sensualidad sin importar el tema que se esté tratando. Aquí, en este escrito, hemos de explorar cuán lejos podemos llegar usando el vocablo en mención pero potenciado por toda una estantería teórica que tendrá resultados a veces inesperados para el ojo común, pero que es de una importancia inmensa, al cruzar verticalmente todos los estamentos de la sociedad teniendo como origen un mensaje que se emite y que puede afectarla positiva o negativamente.

PLANTEAMIENTO

                Según Mauro Wolf (1994), hay una interacción dinámica entre la sociedad y los medios de comunicación masivos que hay que estudiar. Anteriormente, el estudio se centraba únicamente en como los medios persuadían a los receptores de un mensaje y como esa estrategia trataba de generar un efecto en aquellos que recibían una información determinada, sin embargo, a medida que la misma sociedad evoluciona a la par de su avance tecnológico y del saber, las teorías que enmarcan la comunicación de masas también mutan y evolucionan, pues a raíz de este mismo progreso algunas quedan reevaluadas y otras deben ser reajustadas. Es por esta razón que el foco de la investigación de esa sinergia creada por emisor, receptor, mensaje, medios, interacción, resultado, ya no está en los efectos de la misma o las estrategias para llamar la atención de quien escucha, ve o lee, conceptos de los que habla Harold Lasswell (1935) en su Teoría Hipodérmica, sino que se traslada a un planteamiento sobre cuál es la función de los medios de comunicación de masas incrustados en medio de la humanidad.

De acuerdo a esto y según Talcott Parsons (1967), “los seres humanos aparecen como ‘drogados culturales’ impulsados a actuar según el estímulo de valores culturales interiorizados que regulan su actividad”, lo que se traduce en un constante bombardeo de persuasiones provenientes de los medios apelando a los conceptos culturales de la sociedad, ya sean pre concebidos, aprendidos o adquiridos que, a la postre, generarán un reacción codificada por éstos. Ejemplificando, podemos decir que en la sociedad, especialmente la occidental, se han establecido unos estereotipos creados por la publicidad que se implantaron como verdades en la cultura del oeste, como por ejemplo la idea del estatus. Si un miembro de una comunidad desea ser tenido en cuenta por otros pares cree que es necesario adquirir elementos que lo eleven allí, de esta manera se sentirá obligado a hacer lo que se requiera incluso en detrimento de su formación intelectual, al exterminar recursos que podrían solventar ese otro estereotipo llamado educación en comportamientos fatuos que al final traerán una satisfacción momentánea, la cual se extinguirá al recibir el siguiente bombardeo y se estimulen de nuevo sus valores culturales clónicos.

Hablamos entonces de una Teoría Funcionalista que como bien recuenta el profesor Carlos Arturo Monje (2007), se rige por “cuatro (…) imperativos funcionales” que toda sociedad debe sobrellevar, comenzando por la socialización de modelos culturales que son asimilados por los individuos y que guiarán el comportamiento de éstos; la adaptación de la sociedad  al propio ambiente y a otros; la persecución de finalidades que como grupo social hay que alcanzar para la supervivencia del mismo y, finalmente, la integración por la que la colectividad debe propender para evitar su disolución por lo que necesariamente debe encontrar mecanismos para lograrlo.

El papel de los medios de comunicación de masas se puede advertir en cada uno de los imperativos funcionales; se saben funcionales si y sólo si de alguna manera y por medio de su intervención ayudan, impulsan, corroboran y/o refuerzan los esquemas que lleven a la consecución de las metas que cada uno de éstos persigue, en otras palabras, logran que las necesidades que los imperativos pretenden cubrir sean satisfechas.

Ahora bien. El profesor Alejandro Martínez (2013) en su explicación del tema que nos compromete en este escrito, declara que “la necesidad de satisfacer los requerimientos básicos de subsistencia trae aparejada la necesidad de comunicación, lo que conlleva a la unión de los hombres” premisa que es común en la gran mayoría de autores que disertan acerca de este tema.


Si bien es cierto que la sociedad y la comunicación tienen un origen común y que seguramente la una no se concibe sin la otra, pero además que como una consecuencia lógica de la agrupación de individuos nacen necesidades como la de permanecer y trascender, sumado esto al menester de articular pensamientos con sus similares lo cual inevitablemente lleva a una interacción entre los miembros de la sociedad, NO significa esto entonces que exista una verdadera unión entre ellos. Más bien crea una convivencia forzada entre los individuos quienes buscan suplir necesidades inherentes a la mayoría de seres vivos de agrupación, compañerismo y, en el caso de los humanos, afecto, pero que además son afectados positiva o negativamente por los medios de comunicación que nacen a partir de esa necesidad de interactuar como emisor o como receptor y que moldea e implanta los ya mencionados valores culturales. Estos valores no son los mismos en todas partes y no se reciben de la misma manera y aunque se pretenda insinuar que la necesidad de comunicarnos nos une como humanidad, esta afirmación resulta minimalista y no toma en cuenta otros factores fundamentales, por esta razón, es más indicado hablar de una coexistencia basada en la búsqueda del beneficio, ya sea de una comunidad o propio, que sin embargo no es un factor unificador.


Según Martínez (2013), los sistemas sociales no pueden ser analizados desde un punto de vista estático porque las masas requieren algunas estructuras complejas, por lo cual los medios deben dirigirse a diferentes tipos de público y la relación entre el emisor y el receptor es impersonal. Estas deducciones sirven como puntos de referencia que demuestran que a pesar de que los imperativos funcionales son comunes a toda la sociedad, hay escenarios que hacen imposible una homogeneidad absoluta y que más allá de la mera necesidad de subsistencia, existen brechas que hacen difícil que el concepto de unión sea real.

La necesidad de comunicar nos une como especie, no obstante, si tomamos variables básicas como el nivel de escolaridad, el idioma, la cultura y algunas otras más complejas como las intenciones, las ambiciones y las ideologías, la idea de subsistencia va a ser diferente o inexistente por causa de prácticamente cada elemento que nos separa: raza, religión, convicciones, etc., condiciones que van necesariamente a cambiar el concepto de lo que se necesita. Sumado a esta situación, hay que considerar que debido a este cambio de prioridades las necesidades comunicativas también van a variar, desde advertir estados de ánimo, sentimientos o quejas hasta incluso el silencio absoluto, válido también como una expresión; entonces, el origen y consecuencia de estos requerimientos necesariamente causan un translocación en la manera en que se concibe la necesidad de comunicación, algo que finalmente afectará al modelo y resultará en, por lo menos, una variación o derivación de la teoría original.

Al respecto también podemos indicar que la motivación para consumir los productos de medios de comunicación de masas “no implican ninguna orientación respecto a la fuente representada por el emisor, sino que sólo tienen significado en el mundo individual del sujeto que forma parte del público” (McQuail - 1975). Podemos decir que uno de los grandes objetivos de los medios es masificar a la mayor porción de sociedad posible, pero siempre se presentará una “anomalía” debido a la desigualdad en las variables y elementos que hemos mencionado anteriormente, lo que puede causar un efecto de replicación y convertirse en el propio antagonista o excepción, si se quiere, de la premisa inicial.

Finalmente, debemos hablar también de la Teoría Hipodérmica la cual parece estar presente en cualquier dirección hacia donde miremos y para ello el término más adecuado a usar es manipulación. Simplemente, se nos habla de cómo a través de estrategias propagandísticas se logra la manipulación de todo un colectivo y se logra una mediación efectiva, es decir, quien dice qué, a quien se le dice, por que medio y con que efecto. Es claro y tangible el efecto que dicha manipulación genera sobre toda una sociedad, sin importar clases o religión, escolaridad o posición política, ya que por medio de esa propaganda se masifica el grupo social y la manipulación se hace efectiva mucho más fácilmente. Es más posible unificar toda una sociedad heterogénea basándonos en una masificación que lleva a la manipulación, pues en términos de Lasswell (1935), la mediación es menos traumática y más fácil de llevar a la práctica gracias a la pasividad del receptor que no reacciona sino que se queda estático.

Esto último genera un efecto narcotizante que produce apatía general con respecto a su situación y a lo que ocurre a su alrededor y que es mucho más susceptible de replicar pero que le entrega credibilidad al emisor de los mensajes. Es decir que el receptor seguirá un patrón: buscará al emisor del estímulo que le agrada, que es la forma en que gran parte de los medios funcionan lo que lleva a la mayoría de la sociedad a un “adormecimiento cultural”, dejándola a merced de la manipulación y de la inducción de cualquier tipo de mensaje que sin importar su contenido, después de un tiempo se interpretará como verdadero. Por esta razón, incluso dentro de su simplicidad, el colectivo masificado y manipulado se convierte en un grupo mucho más homogéneo y se puede decir que es el elemento que lo une realmente.

CONCLUSIÓN

Aunque dentro de las teorías funcionalista e hipodérmica se habla de una unión de la sociedad por causa de las necesidades de comunicación y de la necesidad de satisfacer unos imperativos, la primera simplifica y minimiza ciertos aspectos que la pueden afectar desde su misma esencia, por lo cual, a pesar de exponer la funcionalidad de los medios de comunicación masivos en la sociedad y cómo logran cumplir el cometido de impulsar soluciones que lleven a cubrir ciertas necesidades, se queda corta al limitar su rango de acción y su alcance. Es claro que para una verdadera unión alrededor de la necesidad de comunicarnos tendríamos que trabajar sobre una sociedad mucho más uniforme, que compartiera las mismas creencias, cultura y visión, de otra manera, habrá demasiados lugares vacíos que de alguna forma mostrarán algunas debilidades implícitas en las premisas que defiende dicha teoría.
                
Por otro lado, la Teoría Hipodérmica, un poco menos compleja pues se limita a la interacción entre un emisor y un receptor que crean una sinergia y da lugar a ciertos efectos, se amolda un poco más al concepto de unión, no tanto por la voluntad propia de uno u otro sino más bien por la búsqueda de un beneficio ya sea comercial, ideológico o de manipulación mental que a la postre obtiene un rédito específico. A través de los medios se masifica a un conjunto grande perteneciente a un grupo social, luego se le manipula dependiendo del objetivo trazado, se persuade para que finalmente podamos, ahora sí, pensar en funcionalidad. Sin embargo, también existe la disfuncionalidad, leída como anomalía, lo que conlleva a pensar que la uniformidad es virtualmente imposible. Por esta razón se acude a la comunicación de masas que buscan la gratificación de los mismos, así, el colectivo buscará a esos mismos emisores cada vez y el ciclo se repetirá.

                
Nos masifican, nos manipulan, nos persuaden y luego compramos cursos de inglés online para no decir “persueichon” sino “parsueishon”.


Felipe La Serna